Sin Filtros

«El mejor director es el que no puedes ver». Sin duda. Y Wilder lo tenía muy claro. Dicho y hecho. No le ves, su trabajo es tan fino que no le ves por ningún lado, pero su cine se ha visto por todo el mundo. Y ahora tenemos la suerte de que la Filmoteca dedica el mes de enero a este crack del séptimo arte. Así que si no lo sabías y te encanta como a mi, ¡ya estás tardando en mirar aquí la programación! Y si no lo conoces, acércate a ver una peli, porque a Billy Wilder hay que conocerle, como a Vang Gogh, Buñuel, Mozart, Lorca… Es uno de los grandes, y desde luego que el arte es relativo, pero a los grandes hay que saborearlos, por si gustan.

Así que antes de nada os dejo una escenita para degustar. Una de esas en las que Wilder trata el romance desplegando toda su magia: con elegancia, pasión, diálogo original, y lo que más me gusta: sin caer en la ñoñería. A mi esa mezcla me hace dar un salto en la butaca y disfrutar como si me estuviera pasando a mi, con hormiguitas de pies a cabeza incluidas.

Otra cosa que me maravillan de Wilder es su manera de mezclar drama y humor, con tanta inteligencia y sutileza. Y esto en «El Apartamento» es absolutamente mágico. Me enamoré de esta peli en el mismo momento en el que me la descubrieron mis profes del NIC con todo lujo de detalles. Hasta tuve el placer de interpretar un trocito, ¡qué bonito fue! Si queréis ver de lo que hablo, ahí va una escena. (Es la única que he encontrado en V.O.S).

Me encanta cuando en una peli me descubro empatizando con el que a priori parece más un antagonista que un protagonista, como me pasó en «Match Point» de Woody Allen, y me gusta aún más el momento en el que veo que ya no hay vuelta a atrás, que iré con ese personaje hasta el final haga lo que haga. Y esto en el universo de Willy Wilder es una constante, y otra de sus maestrías. Y la chispa. Qué decir de la chispa… Es impresionante. No sé demasiado de cine pero seguro que sus diálogos son algunos de los más chispeantes de la historia del cine. Dice lo justo, lo imprescindible, en sus propias palabras: «Al público no hay que dárselo todo masticado, como si fuera tonto. A diferencia de otros directores que dicen que dos y dos son cuatro, Lubitsch (se refiere a su maestro) dice dos y dos…Y eso es todo. El público saca sus propias conclusiones». Y tanto que sí. Su cine tiene imágenes, gestos y silencios tan ricos, tan vivos y tan cargados de significado, que no hace falta más. Como este final de «El Apartamento», que aunque está doblado, no puedo evitar compartir. Eso sí, abstenerse quien no la haya visto aún.

No sé, creo que Billy Wilder en si mismo tenía que ser chispeante, si no, no podría haber hecho este cine tan vibrante. Y es que él tenía muy claro que «Si quieres decirle a la gente la verdad, sé divertido o te matarán». Y así lo hizo. Así que a divertirnos con su cine, ¡que tenemos todo enero!